Silenciar a la universidad


Reflexiones en torno a la reciente ley de universidades

Yonathan Michel Meza



Hay que empezar a hablar con la mayor claridad posible. La supuesta ley de universidades que acaban de hornear en lo poderes ilegítimos, que pretenden pervivir en Venezuela no es ninguna ley, una ley en toda sociedad democrática que se respete es el resultado de una larga jornada de debates. Y en este caso como en muchos otros, que implican una materia sensible para toda la sociedad máxime cuando involucra a muchos actores que ni siquiera fueron consultados. Una ley de Universidades requiere el mínimo de dos años de discusión para que se adapte y se amplíe a las necesidades vitales de la sociedad. La universidad es una institución donde su éxito radica precisamente en la modestia de no creerse el dueño absoluto de la verdad. La verdad humana para decirlo así es cambiante y modificable, varía según los nuevos hallazgos reconfiguran lo conocido. Mucho de lo que hoy damos por cierto puede ser rebatido por el aporte de posteriores investigaciones. Ahí está el profundo examen que se ha hecho a las ideologías, una palabra bastante ideologizada, que pretende que la verdad sea una creencia ciega.


Ideologías que en el siglo XX y este XXI creen obstinadamente que unos cuantos estereotipos repetidos van a generar una transformación profunda, que clase de profundidad es esa que con una terminología de valor lo que hace es llenar de más máscaras la realidad que pretende modificar y en consecuencia más bien la empeora, la agrava y genera nuevos problemas de colosales complejidades.


La universidad que se ata a una ideología no es más que un remedo de universidad. ¿Qué es lo que realmente se pretende? Acaso que no se dude, que no se cuestione, que se obedezca como un soldado ante un orden superior inobjetable, o peor aún como un guerrillero que pone su ideología e intereses mezquinos de clase armada por encima de los más elementales valores éticos.


Ninguna piedra debe moverse, ni el más mínimo retoque hacerse a la universidad sin el consentimiento de los estudiantes. Razón del ser fundamental de la universidad. (Léase Misión de la Universidad de Ortega y Gassett) El resultado del ser estudiante debe aproximar a un ciudadano construido en el valor dialógico. El profesor da clases pero si el estudiante tiene algo que aportar puede incluso refutar a su profesor por más eminente que este sea. Ambos tienen un pacto de respeto mutuo concebido en que ninguno de los dos ni es ni será el dueño de la verdad absoluta. La verdad no es monopolio de nadie. Nadie tiene la verdad en sus manos.


La universidad más allá de los estereotipos de diversas vocerías es el lugar donde coincide la filosofía. El amor al saber, no el amor a los amos, al capital, a los caudillos y mucho menos a las armas que matan.


Podemos seguir hablando más, pero más bien pido que esta ley así como las otras leyes recién contrabandeadas sean sometidas a decisión popular. En una democracia que se precie la soberanía reside en el pueblo la cual es intransferible. Nadie que detente un cargo público cualquiera que sea su investidura puede abrogarse la soberanía de una nación, pues que yo sepa no tenemos tradición monárquica.

6 comentarios:

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