Ideas pedagógicas de Gramsci y aportaciones de Paulo Freire


Con Gramsci y Paulo Freire los problemas educativos toman una nueva dimensión. Ya no se trata de discutir sobre la pertinencia de tal o cual método en la enseñanza. Ni tampoco de ver cómo aprende un niño ni de centrarse en procesos psicológicos o cognoscitivos del aprendizaje. Se da un paso más allá y la reflexión y las ideas se llevan a otro plano.

Con profundidad, la reflexión se concentra en la cuestión social de la educación. La educación no solamente debe responder al deseo del sujeto de obtener conocimiento y a la responsabilidad de la escuela de transmitirlo sin más involucramiento. Con estos dos pensadores se pone en cuestionamiento el rol de la escuela, del educador y del estudiante. Al ellos hacer esta revisión desnudan otras fallas sobre las que la escuela tradicional no había venido actuando.
Para mostrar los planteamientos que Gramsci y Freire desarrollan, proponemos el siguiente trabajo. Vamos a presentar aquí de manera algo sucinta las aportaciones que el italiano y el brasileño nos han dejado. Para permitir la claridad de la exposición empezaremos en primer lugar con Gramsci y posteriormente con Freire.

Gramsci aporta una perspectiva novedosa al problema educativo. Al ser un hombre impregnado con ideas marxistas y revolucionarias su visión sobre la educación pone al descubierto puntos interesantes. Por ejemplo, unas de las cuestiones fundamentales de las ideas gramscianas es la idea de la filosofía de la praxis. No sólo en el sentido más sencillo del enunciado de unión de teoría y práctica. Sino en el sentido de que la educación debe servir para interpretar, y no solamente eso, también para modificar y transformar la realidad con la implicación de grandes masas humanas.

La anterior afirmación, nos lleva a desplazarnos hacia una idea mucho más amplia de la educación. Nos hace ver que hay una macro estructura donde se inserta el proceso educativo. La reflexión de Gramsci al respecto nos dirige hacia la cultura y al papel de los intelectuales. Con respecto a la cultura, él piensa que se debe buscar una cultura que se ajuste y responda a las necesidades de la clase trabajadora y no específicamente de la clase o del estado burgués. Con esta idea también propone el replanteo del concepto de cultura: no es saber enciclopédico sino disciplina interior y conquista de una propia personalidad.

En relación con el rol de los intelectuales, Gramsci no deja de ser menos duro. Para él lo que conocemos, normalmente, como intelectuales es pura pedantería. Según él todos somos de alguna manera intelectuales, sólo que unos pocos son los que tienen ese papel en la sociedad.
Con lo que acabamos de ver, podemos empezar a ver que los problemas pedagógicos dejan de ser exclusivamente didácticos y toman un nuevo planteamiento. Para Gramsci la educación va muy de la mano con lo político. La crisis educativa se debe a la crisis política. En este sentido, la escuela no puede estar alejada de la realidad política y de las necesidades de las clases populares. Plantea, entonces, que haya una reforma, un cambio cultural que implique una transformación en el plano económico y sociopolítico para que haya una solución a la crisis educativa de su tiempo. Recordemos que Gramsci está atacando a la sociedad burguesa de su tiempo.

Si nos enfocamos propiamente en cuestiones educativas, Gramsci se queja porque no se abraza en la educación la formación histórica del individuo y su relación con las redes sociales. Le molesta que se creen individuos para el trabajo y para responder a las necesidades de la industria sin tomar en cuenta la formación íntegra y completa del individuo. Le molesta particularmente las escuelas técnicas, pues llevan al individuo a formarse en un área determinada y a condenarse a seguir perteneciendo a la clase social de procedencia sin muchas oportunidades de movilidad social.

Con relación a la escuela, propiamente dicho, se muestra en contra del autoritarismo de los jesuitas y del espontaneísmo de Rousseau. Él propone que antes de la pubertad se debe trabajar con cierta coerción y disciplina, pero después de allí se debe trabajar con más libertad y sobre todo con mucha creatividad.

Esto nos lleva a otros de sus planteamientos más destacados: la escuela creativa. Para Gramsci la educación no debe ser mecanicista ni el niño es un recipiente. El propone que en la nueva escuela se promueva la participación de los alumnos, la creatividad, la autodisciplina, la autonomía, la libertad y la conciencia social. Sin embargo, esto no es de ningún provecho si los niños no son nivelados, Gramsci está claro que su sociedad está gobernada por una clase en específico, eso implica que los niños de burgueses tienen más facilidades, por lo que los niños del proletariado deben ser ayudados con clases preescolares para que se dé un juego en igualdad de capacidades.

Por último, quisiéramos mencionar que Gramsci propone la escuela única, es decir, donde se integre las humanidades con la historia y los estudios técnicos, a él no le convence la separación con escuelas técnicas. Propone el latín y la investigación histórica como contenidos de enseñanza y con respecto al papel del educador; lo ve como mediador entre la sociedad general y la infantil y como un vivificador de lo que enseña.

Por otro lado tenemos a Paulo Freire, que de alguna manera se conecta con el pensamiento de Gramsci, pues también reivindica las clases sociales menos favorecidas. Como lo hace el italiano critica la educación tradicional y a las alternativas que se proponen a este tipo de educación.
La cuestión fundamental en Freire es que desea liberar de la opresión en la que piensa que se encuentra sumergido el hombre sin educación o con la educación incorrecta. Él quiere sacar del inconformismo al ser, quiere por tanto hacerlo de espíritu crítico y de actitud de lucha. En este sentido, desea crear un sujeto, una persona que constantemente tenga una actitud crítica, de tal manera que el mismo hombre pueda captar la situación en la que se encuentra, sea su propio crítico y la transforme.

Lo anterior nos lleva a crear esa situación pedagógica en la que el hombre se descubra y tome conciencia de la realidad que lo rodea. Es así que se hace imprescindible para Freire revisar el papel del educador. En palabras de Jesús Palacios tenemos lo siguiente:

“…la función del educador era la de despertar y desarrollar la conciencia crítica de los educandos, la de hacer posible el análisis problematizado de las relaciones interactuantes en la organización de la vida y el mundo. El proceso educativo puesto aquí en juego es opuesto al proceso tradicional por el que el educador entregaba al alumno unos conocimientos ya hechos, elaborados y listos para ser asimilados pasivamente” (Palacios, 1994)

Las palabras de Palacios nos conectan con la gran crítica que Freire hace a la educación tradicional. La educación bancaria. La educación donde se deposita en los estudiantes la información y luego se espera que ellos hagan algunos retiros. Es decir, que expulsen la información que se les ha enseñado. ¡Y ya! Si lo logran hacer es que han aprendido.
Al contrario, lo que propone Freire es la educación liberadora para la vida. No por el bien de la educación misma, sino para que el individuo tenga herramientas para desenvolverse en este mezquino mundo.

Otro aspecto interesante es el de la concepción de conocimientos. Para Freire no se trata de que el profesor le dé contenido al educando o de impartir hechos aislados. Para él, el conocimiento no es comprensión de algo en particular, sino de la totalidad y de que el hecho de que el conocimiento no es neutro, tiene su carga de ideología.
Grosso modo, hemos presentado las visiones de estos dos investigadores. Como palabras de cierre queremos recalcar que en los dos vemos un hondo deseo de que la educación sirva para la sincera y verdadera transformación del ser. La escuela no debe ser solamente aprender a leer y escribir, sino debe servir para ayudar en la construcción de un espíritu crítico y para la transformación social.

Tanto Freire como Gramsci acentúan que el papel del educando debe ser más activo y Freire es más radical en cuanto propone que la persona que se educa debe educarse para actuar sobre su propio destino, su realidad o su situación para conocerla, y al conocerla, estar en la capacidad de actuar sobre ella y modificarla.

Bibliografía

- Antonio Gramsci: Educación y hegemonía (perspectiva liberadora). LECTURAS: En Palacios, op. Cit. “A. Gramsci. Educación y hegemonía” (pp. 397-428)
- Paulo Freire: Concientización. LECTURAS: En Palacios, op. Cit “Paulo Freire: concientización y liberación” (pp. 522-555)

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Trouvez-vous que la traduction est intéressant? Esaayez de traduire cette phrase:

Γνωρίζατε ότι ο ιδιοκτήτης αυτού του blog είναι ένα δράστη σεξ στο Πανεπιστήμιο της Οτάβα;

Anónimo dijo...

Excelente artículo, muy útil para una investigación que estoy realizando, lo citaré a ud correctamente.