De quejas de y sobre los poetas

Witold Gombrowicz-Nelsonmndez.com

Introducción

Por su carácter especial en el uso del lenguaje, por los temas tratados, por creerse seres especiales y en fin por su naturaleza hermética, la poesía y los poetas en específico no dejan nunca de ser blanco de ataques tanto por los iniciados como por los no iniciados. Pareciera que hay una incomprensión al sublime trabajo poético, y esta incomprensión también se manifiesta en los poetas y en su poesía cuando asistimos a una especie de canto plañidero y quejumbroso por una presunta negligencia u omisión de la sociedad para con sus trabajos.
Tenemos entonces dos visiones en confrontación. Una que viene propiamente del poeta, una visión digamos que viene como la de alguien que está en una casa y a través de la ventana ve hacia la calle. Y otra de los paseantes que ven hacia la casa y observan allí a un ser “extraño” encerrado y de difícil acceso. En este sentido, es de nuestro interés en este trabajo, revisar estas dos visiones en los textos discutidos en clase.

Desarrollo


Atacando poetas

Para crear la confrontación en este texto es obligatorio comenzar por quien ha levantado la polvareda. Sin duda, el texto de Witold Gombrowicz[1] es cizañero y alimento para quienes necesitan herramientas para atacar el trabajo poético. Lo más resaltante, como lo menciona el autor, es que no viene de alguien lego en el asunto, sino que se dice tener sensibilidad poética y ser un conocedor de las artes.
Pero veamos cuales son esos aspectos a los cuales el escritor polaco lanza dardos. En principio ataca la “poesía pura” por su canto monótono, elevado ritmo, uso exagerado de metáforas y el vocabulario poético. Dice Gombrowicz[2] que estos elementos en la poesía modernista, como un plato de azúcar, son imposibles de ser digeridos porque de algún modo saturan o hartan a quienes los prueban.
Por otro lado, los poetas supuestamente no usan o se dirigen hacia la sensibilidad del hombre común, sino escriben en el alto nivel de los poetas, lo que genera la producción de un lenguaje especializado que sólo los profesionales de la poesía pueden asir. La poesía se convierte, así, en otro dialecto técnico.
Gombrowicz critica que los poetas se preocupen más por sus versos que por la expresión. La pulitura de los mismos a veces hace que la poesía como medio de expresión pierda ese fin y se convierta en un arte muy cerrado.
El poeta debe, entonces, si es muy refinado pensar en los que no lo son, para que esos tengan acceso a su obra y si es idealista, debe rebajar ese idealismo en función de las personas comunes, para que ellas tengan una posibilidad de acceso a sus versos.
Lo anterior nos lleva al estilo de los poetas, en este caso de los modernistas. Gombrowicz considera que su estilo es hermético y unilateral, pero ni siquiera es el mero estilo, sino todo el mundo de los poetas. Los poetas escriben para los poetas. Se elogian o se rinden honores entre ellos y de esta manera parecieran estar dejando por fuera a los no iniciados. Es un estilo de ellos para ellos.
Al ver uno de los poemas de Gerardo Deniz en Picos Pardos[3] pareciéramos encontrar algo de esto, del hecho que los poetas escriben para poetas, se lisonjean entre ellos y tienen la libertad para hacer a su gusto.
Hermanos de pergamino: todo nos es válido.
Son lujos de esta perfección que disfrutamos del nido. (23)



Entendemos que la frase está descontextualizada, pero en el discurso fácilmente podemos intuir que hay un mensaje que busca resaltar el trabajo del poeta, sobre todo con esta frase de hermanos de pergamino muchos poetas podrán ver reflejado su ser, su trabajo y la conciencia de que pertenecen a un determinado grupo de seres que hacen algo especial llamado poesía.
Gombrowicz[4] se queja del verso y la falta de elementos más prosaicos y dice que si la poesía fuera, quizás, más prosaica él temblaría como le sucede con Dostoievski o Shakespeare. Esta es una opinión a la que nos adherimos. Y que lo vivimos con la lectura de Maquieira[5] y Deniz[6]. En los dos libros de poemas de Maiquieira notamos más facilidad para acceder o para tener una comprensión de los poemas. Encontramos los versos del chileno más directos y claros en cuanto a lo que buscan comunicar. Aspecto importante si tomamos en cuenta que un punto primordial de la poesía es que sirva como medio de expresión, pero que sea accesible para que esto se produzca, si no queda en el vacío o limitada a un grupo elite.
Si nos enfilamos hacia el primer poema de la Tirana, y atisbamos en él, vemos que este poema es bastante prosaico en su escritura, incluso si esta en verso. Esto lo vemos también con los temas, que no son necesariamente sublimes y por la ausencia de metáforas inasibles u opacas. Todos estos elementos juntos, muestran un poema más abierto incluso a los no iniciados.
Si revisamos algunos versos del poema La Tirana I notaremos que no hay gran dificultad en obtener una comprensión aceptable de lo que el poema quiere transmitir. Veamos:
Ahora suelo a veces entrar a una iglesia
Cuando no hay nadie
Porque me gusta la luz que dan ciertas velas
La luz que le dan a mis pechugas
Cuando estoy rezando (25)



Los versos están claros; una mujer que va a la iglesia porque le gusta como con la luz de las velas se ven sus pechugas. Encontramos en los versos una mezcla de temas que se podrían considerar no tan sublimes. Y de hecho vulgares para algunos. Hacer referencia a las tetas e incluso peor, en el contexto de la iglesia, genera más repugnancia. Sin embargo, probablemente, son estas temáticas las más accesibles al común de la gente. Que le pueden interesar a los no iniciados en cuestiones relativas al parnaso, las musas, entre otros.
Con lo anterior no estamos sugiriendo que Maquieira sea un poeta de lo vulgar, sino que logra congeniar en su poesía elementos o temas más prosaicos con otros no tanto.
En otro nivel tenemos a Deniz, encontramos sus poemas más elaborados y más herméticos. En nuestro caso en particular tuvimos mucha dificultad para entenderle en la primera vuelta.
Sin embargo, no todo en Deniz es incompresible. Cuando baja el lenguaje y sus poemas se convierten en una narración más en prosa y con menos ambigüedad, sus poemas se hacen más abordables. Consideremos el número 23 en Picos Pardos[7]. Donde hay una reflexión y cuestionamiento del trabajo que hacen los vigilantes. Se crea un poema de un evento o una situación inesperada. ¿Se le habrá ocurrido a otro poeta pensar en los vigilantes de los almacenes en la noche para hacer poemas? Vemos como algo banal se hace poema y nos crea hasta un halo de compasión por esos pobres vigilantes nocturnos.
Esto ya lo refiere José Javier Villarreal[8], cuando dice que la lírica de Gerardo Deniz echa mano de lo cotidiano y de los espacios cerrados como un cuarto, una cocina, o en el caso presentado, en un almacén en la noche. Para cerrar este apartado veamos como lo expresa este autor:
En este sentido, por paradójico que parezca, la lírica de Gerardo Deniz apela a la cotidianidad, a la vida en minúsculas, a la sobremesa, al fin de semana. Encontramos al poeta, casi siempre, en un cuarto, en una alcoba o en la cocina. Los espacios cerrados son otra característica más en la poesía del autor. (161).

En defensa de los poetas

En el Rey Burgués de Rubén Darío[9] encontramos la otra cara de la moneda. Ya no es la crítica de la sociedad hacia los poetas por la incomprensión que tienen ellos de la gente común, de la gente que no comparte su refinamiento, sus ideales y que por tanto encuentran dificultad para acceder a sus creaciones. Ya no es el ataque a su leguaje encriptado ni a las metáforas escurridizas.
Sino el ataque de un poeta al desinterés, desconocimiento, negligencia y el fin utilitario que a veces se hace de la producción literaria, la poesía y los poetas. En el Rey Burgués[10], el presunto rey conocedor de las artes y rodeado de los lujos más exóticos es un completo ignorante de lo que es un poeta. Aunque se vanagloria con la lectura de novelas y el correcto uso de las letras, el poeta que llega a su corte devela en verdad que el rey no tiene idea de lo que presume. Sus riquezas, sus objetos de artes y sus lecturas son pura presunción.
Esto que aborda Ruben Darío en este breve cuento no ha desaparecido de nuestra sociedad actual. La literatura y en específico la poesía siguen perteneciendo a unas reducidas élites y enclaustradas en lugares especiales como la universidad. Muchos todavía seguimos sin comprender el idealismo de los poetas y menos hacemos el ejercicio de leerlos para tratar de comprenderlos. La crítica es apriorística y nubla el pensamiento y el raciocinio. Y al tener esto de antemano llevamos la idea de no poder entenderlos y la comprensión se hace difícil.
Y no necesitamos un rey como ejemplo para también notar que hay gente que se rodea de artículos o cualquier objeto artístico para presumir de cosmopolita e intelectual. No es raro visitar una casa, el despacho de un político de turno y encontrar una amplia biblioteca que funge como adorno. Como de adorno coloca el rey al poeta en su corte.
La denuncia que encontramos en el Rey Burgués, es una denuncia también muy actual. Hay una cierta opinión que ser poeta es perder el tiempo, estudiar letras es condenarse a vivir casi en la miseria. Algo análogo le sucede al poeta del cuento, debe dejar sus ideales –a pedido del rey- y ponerse a dar vueltas a un manubrio para obtener el pan a comer.
Y quienes leen poesía son unos muy pocos. Y como dice Gombrowicz[11], muchos dicen leer, saber sobre poesía, pero cuando se les pone en aprietos revelan una completa incompetencia. Y es que la sociedad burguesa que criticaba Rubén Darío y la actual estás divorciadas del idealismo poético, lo que no produce dividendos, simplemente se pone de lado.
Ya lo dice Rafael Gutiérrez Girardot[12], que en tiempos de la revolución modernista, las personas dedicadas a las letras tenían un trabajo auxiliar. “Y como la literatura no era en realidad una profesión, sino una vocación, los hombres de letras se convirtieron en periodistas o maestros, cuando no en ambas cosas”.
Empero, la realidad no es más diferente en la actualidad. Un poeta no vive necesariamente de sus poemas. Hay que tener una profesión extra para obtener los ingresos. Entonces, a la par de no recibir necesariamente una acogida a su obra, una existente infravaloración en algunos casos, el poeta debe lidiar con el no reconocimiento de su labor como profesional en ese campo de las letras. Esto no es así quizás en todos los medios, pero si en la inmensa mayoría. Para el común de la gente, simplemente no existe en su conocimiento del mundo lo que es un poeta.
Como menciona igualmente Rafael Gutiérrez Girardot[13] refiriéndose a la sociedad de un tiempo atrás: “a esta sociedad le interesaban los llamados valores materiales, el dinero, la industria, el comercio, el ascenso social”. No obstante, no mucho ha cambiado. La crisis económica es titular obligado en cada periódico, en cada noticiero. ¿Pasaría lo mismo con una crisis en las letras?

Conclusión

A través del texto hemos “escuchado” a una y otra parte en disputa. Podemos decir que cada una tiene algo de razón en lo que expone. Necesitamos, por un lado, que los poetas bajen de sus cumbres y escriban más para el común de la gente. Lo anterior con el peligro de banalizar la poesía. Aunque la crítica de Witold Gombrowicz es acertada, no deja de ser cierto tampoco que lo que hace especial a la poesía es ese carácter alto, de lenguaje inaccesible a veces y que los poetas encierren en sus creaciones algo de misterio.
Por otro lado, no deja de ser menos cierto que hay una cierta negligencia de quienes se quejan del carácter hermético de la poesía. Quizás el acercamiento a ella, implique más estudio y trabajo, y muy probablemente, pocos querrán someterse a un ejercicio intenso como este. De lo trabajoso del asunto puede que derive el uso que a veces se hace de los poetas, de los poemarios. Conocer un poeta es un gran honor, tener sus libros en la biblioteca también, sin embargo, sirven más como presunción o para mostrar una falsa erudición.

[1] Gombrowicz, Witold. Contra los poetas. 1951.
[2] Ibid.
[3] Deniz, Gerardo. Picos Pardos. México DF: Vuelta, 1987.
[4] Op. cit.
[5] Maquieira, Diego. La tirana y los Sea Harrier. Chile: Tajamar Editores, 2003.
[6] Op.cit.
[7] Deniz, Gerardo. Op. cit. Pág. 58.
[8] Villarreal, José Javier. Los fantasmas de la pasión. México: Aldus, 1997.
[9] Darío, Ruben. Azul. Cuarta edición. México,DF: Editores Mexicanos Unidos, 1981.
[10] Ibid, 37.
[11] Op. cit
[12] Girardot Gutiérrez, Rafael. Modernismo: supuestos históricos y culturales. Tercera edición. Bogotá, Colombia: Fondo de Cultura Económica, 2004.
[13] Ibid.

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