La doble devaluación del bolívar


La inoperatividad del control de cambio

Yonathan Michel Meza



Estamos acostumbrados a ver la realidad desde nuestro punto de vista, y en ocasiones, desde nuestras necesidades más urgentes, y es válido, tenemos derecho a ello. Pero si queremos buscar soluciones a los grandes temas que hoy nos afectan y nos preocupan como venezolanos, tenemos que relacionar la información disponible y asociar nuestro pensamiento con la dinámica de la realidad. Debemos situarnos en el lugar de otros, tratar de ver desde la perspectiva de otros.


De este modo, la necesidad de revisar el control de cambio monetario, resulta un reclamo de la dinámica de la realidad. Vamos a ofrecer algunas reflexiones sobre el tema y, en consecuencia, dejaremos que el lector, desde su experiencia, detecte las anomalías de la política monetaria actual, que en definitiva afectan a todo ciudadano. Pues, tanto la inflación como la devaluación monetaria es un tema de interés ciudadano.


La economía global no es una relación parcial, las importaciones de un país constituyen a su vez las exportaciones de otro país, esto que parece obvio, a veces no es tomado en cuenta por algunos planificadores de la política económica y monetaria.


Así, que las consecuencias de los actuales precios del petróleo (promedio de 100 dólares), han sido abordadas, sobre todo aquí en Venezuela, desde la perspectiva del exportador-vendedor, es decir, de nosotros como exportadores de crudo, dato comprensible, pues somos un país rentista y de ello depende la espina dorsal de nuestra economía.


Ahora bien, si queremos planificar nuestra política petrolera, económica y monetaria en las tres fases de un desarrollo programático, entiéndase: corto, mediano y largo plazo; debemos también indagar la perspectiva del comprador-importador, es decir, EEUU.


Es necesario reflexionar sobre lo que acarrea el aumento brusco en los precios del petróleo, las burbujas en los precios del petróleo, (que ya no ha lugar a llamarse burbujas), inciden directamente en la degradación de la moneda de reserva o de divisa, es decir, el dólar. Esto, a su vez, incrementa la especulación que juega al debilitamiento del dólar para obtener una ganancia en los mercados bursátiles.


No vamos a abordar aquí, la razón por la que EEUU goza del privilegio de poder emitir la moneda de reserva internacional, admitamos que es un hecho, que en el futuro esto llegue a cambiar, es otro asunto.


Al hacer una revisión histórica de la relación productores y consumidores de crudo, se observará que los altos precios del petróleo en la década de los setenta empiezan a debilitar la moneda norteamericana, tanto así, que EEUU debe adoptar la medida de abandonar el patrón cambiario Oro-dólar (22oz de oro/dólar) para la época, por previsión de que los dueños de petrodólares, pusieran en jaque la economía estadounidense pidiendo el canje de esos dólares en oro.


Eso es lo que estamos viendo actualmente, pero en otra fase, extensión de aquella “guerra de divisas” (Recuérdese la polémica actual EEUU-China sobre la infravaloración la moneda asiática), no se trata de una crisis del capitalismo, pues, esto equivale a una abstracción sin conexión con la realidad, se trata de unas reglas de juego que se han tenido que readaptar a la dinámica de los acontecimientos, muchos de los cuales no estaban previstos, pero a los que desde el punto de vista político, hubo y hay que hacerles frente.


En este orden de ideas, las transnacionales petroleras no previeron que unos venezolanos: Betancourt- Pérez Alfonzo, iban a conformar en alianza con los países árabes un cartel (OPEP) que impondría las reglas del juego en el negocio petrolero y desbancarían a las transnacionales. Pérez Alfonso tampoco previó, parco como era, que autocracias como las del Sha de Irán iban a utilizar el petróleo como arma política, y hasta de chantaje energético.


En consecuencia, el aumento brusco del petróleo ha sido uno de los ingredientes de la degradación de la moneda de reserva. Observamos que esto no es bueno para la economía global, esto lo saben muy bien países como Arabia Saudí, por ello este país de petróleo dulce financia la deuda pública de los EEUU, sabe que si EEUU entra en una crisis económica, le va mal al resto del mundo, en otras palabras, Arabia Saudí ayuda a mantener el equilibrio monetario, apalancando la economía norteamericana.


Nuestra perspectiva de país rentista, debe ampliarse, nadie pide que financiemos la deuda de EEUU, pero debemos aprovechar con justo celo los excedentes por concepto de petróleo, reinvirtiendo en la misma industria petrolera y en la medida de lo posible diversificar la productividad, sobre todo la agricultura, que a fin de cuentas es la que permite una base para proyectar el desarrollo. En otras palabras, debemos tomar conciencia de que la luna de miel que ha configurado los altos precios del petróleo no va a durar para siempre. En definitiva, aumentar nuestro PIB permitiría que nuestra moneda no se devalúe como ha venido sucediendo, y no estaría de más, aumentar las reservas en oro, ante un probable y previsible ajuste en el Sistema Monetario Internacional.


En lo que respecta a algunos países de Latinoamérica, los altos precios del petróleo no han afectado mucho sus economías, pues hay una fuerte tendencia a la diversificación económica, y a no depender de un solo mercado, ni de un solo rubro.


Vamos a nuestro punto inicial, las monedas latinoamericanas se han valorizado con respecto al dólar, en Colombia, por ejemplo, el dólar se ha devaluado con respecto al peso colombiano, o dicho a la inversa, el peso colombiano se ha fortalecido, pero que sucede en Venezuela, a pesar de que incidimos directamente en el debilitamiento del dólar, nuestra moneda se devalúa con respecto al dólar. La razón, a mi parecer, entre otras muchas, es causa de un control de cambio que ya no es operativo, si alguna vez lo fue, pues además, se estima que hay una alta fuga de capitales, aparte de la fuga de cerebros, que constituye la peor pérdida de un país.


Nuestra moneda, se podría decir, sufre una doble devaluación, pero no es cuestión de echarle la culpa a terceros, debemos tomar en cuenta también la disminución de nuestro PIB. Nuestra disminución en la capacidad inventiva para proponer salidas coherentes y que llamen la atención de la mayoría.

El control de cambio tal como hoy funciona, no es operativo, trae más daños a nuestra economía que beneficios, para que se tenga una idea clara de la devaluación de nuestra moneda: 250 mil pesos colombianos equivalen a un promedio de 1000 bolívares nuevos, si hace 20 años alguien hubiese hecho este pronóstico, sería tildado de loco, pero la realidad es así, es dinámica e imprevisible, sin embargo, podemos transformarla, y eso implica que las situaciones adversas de hoy se pueden canalizar en oportunidades para el ingenio humano y hacerlas favorables. Si calibramos los diversos factores que hoy inciden en nuestra realidad podríamos lograrlo, el nuevo papel global de China, por ejemplo, hay que tomarlo muy en cuenta. Eso sí, con reglas claras, que no sean asimétricas, la relación debe situarse en el terreno ganar-ganar, no que China gane y Venezuela pierda. Pero esto sería, aunque relacionado, ya otro tema.


El control de cambio, paradoja de paradojas, ha permitido una devaluación de nuestro bolívar, al tiempo que ha impedido un mínimo de flujo de divisas sin las trabas burocráticas para potenciar la industria interna. En un mundo tan complejo como el actual, es necesario delegar competencias, y articular distintas visiones (equipo de economistas, políticos, académicos…) que permitan desarrollar las vías para afrontar estos desafíos, a saber, fortalecer nuestra economía. Los triunfos de hoy tienen un ayer de muchos fracasos pero jamás de derrotistas, que claudican antes de empezar la vida tal como es, un mar riesgoso en el que intentamos navegar.


Es necesario generar un debate sobre este asunto, ¿Es operativo el control de cambio? ¿Es necesario? ¿Qué correctivos requiere? ¿De no existir el control de cambio, nuestra moneda se hubiese devaluado? Aumentar el PIB, diversificar la economía, aumentar las reservas en oro, potenciar la agricultura y revisar el control de cambio, y todo esto ante una inminente crisis económica en EEUU, nuestro principal comprador de crudo, deberían ser tomados en cuenta en el debate político. Mi persona vota por una eliminación gradual del control de cambio, pero tomando conciencia de que es un tema sensible, en todo caso, alza su pequeña voz, para que el control de cambio sea revisado, para qué por lo menos sea más flexible, más honesto, con menos burocracia y con un mayor sentido de la realidad.

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